EL ROSTRO HUMANO DE LA TRAGEDIA

En el recuento de los desastres naturales, usualmente se da prioridad a la magnitud total de la tragedia, a los territorios que comprende o a los números que demuestran el daño que se causaron en la infraestructura, en los bienes y en las vidas humanas. Sin embargo, el rostro humano de la tragedia pocas veces es tomado en cuenta. Sin embargo, en algunas ocasiones es posible rescatarlo por los testimonios gráficos que se toman en el momento mismo en que ocurre o cuando se hace el recuento de sus daños.

En el caso de la inundación de la noche de año nuevo de 1926 que devastó la costa nayarita, y sobre todo a Santiago Ixcuintla y a los pueblos de toda la cuenca de los ríos Santiago y San Pedro, hemos conocido las crónicas y los testimonios verbales de nuestros familiares más antiguos, abuelos y bisabuelos, que vivieron en carne propia los estragos de la inundación y también habíamos visto algunas fotos de las calles santiaguenses donde se muestra parcialmente la magnitud de la destrucción.

Sin embargo, era evidente que los testimonios gráficos son mucho mayores, en la medida que ya se practicaba la fotografía para efectos oficiales y que, en su momento, el gobierno y quizá algunos fotógrafos privados lograron levantar de un desastre natural que los superaba en dimensión de lo conocido hasta entonces.

En esta TRAVESIA analizamos y platicamos sobre una serie de imágenes que muestran el antes, durante y después de la tragedia, haciendo énfasis en los rostros y en la conducta humana que se pueden apreciar en fotografías que habían permanecido inéditas hasta ahora. Lo que ahí encontramos es sin duda, la conducta humana de quienes vivieron dicho fenómeno y tratamos de interpretar lo que sucedió en aquel momento. Ojala les guste.

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