Por: Héctor Gamboa
Como todos lo sabemos la capirotada es una delicia gastronómica mexicana que tradicionalmente es parte de nuestra dieta durante las festividades decembrinas y en Semana Santa.
El origen de la palabra capirotada se refiere al uso de capirotes, que son unas especies de máscaras que se usaban para cubrir algo, referencia a que el platillo es un guiso sobre otro guiso, sobre otro guiso, una capirotada.
En México estamos viviendo una época en que la ideología se ha convertido en una auténtica capirotada, pero que en contra sentido al tradicional guiso, tiene un sabor semiamargo, que al final de cuentas le producirá diarrea y problemas intestinales severos al país.
Los partidos políticos en aras del pragmatismo político, han perdido su identidad ideológica que los caracterizaba y les daba un rumbo, para convertirse en meros mercaderes de posiciones políticas que subordinan su función pública de tener un sentido social y una coherencia programática en sus ideales, al simple hecho de ganar por ganar, sin importar nada para hacerlo.
Se le atribuye a Nicolás Maquiavelo la frase de que «el fin justifica los medios», cuestión que aparentemente es falsa, pero es una práctica usual utilizada por los partidos políticos.
La oposición prácticamente ya no existe, mientras que los partidos rémoras de Morena son sólo canonjías para simular que tenemos diversidad y pluralidad política, mientras comen los mendrugos que caen de la mesa del patrón.
En el México actual vivimos una carencia de ideología por parte de los partidos políticos (lo que queda de ellos), quienes en aras de mantenerse pegados a la ubre presupuestal y detentando el poder, en un caso de manera casi absoluta, se han convertido en verdaderos platos de capirotada, en lo que caben filibusteros, corsarios y piratas, que enarbolan cualquier tipo de bandera para tomar por asalto los barcos y llevarse su botín de guerra.
Un texto de uso común en mis épocas de estudiante de preparatoria fue un libro del profesor Walter Montenegro, que escribió un valioso resumen de doctrinas políticas, para que los no iniciados en las bases de los sistemas de pensamiento político que agitan al mundo actualmente, como el liberalismo, la democracia, el fascismo, el socialismo cristiano, el marxismo y el comunismo, tuvieran un marco referencial para poder clasificar el tipo de ideología con el que estaban tratando.
La Introducción a las Doctrinas Política Económicas del maestro Montenegro fue publicada en la colección Breviarios del Fondo de Cultura Económica, ediciones en las que el nayarita Alí Chumacero participó de manera importante.
En la preparatoria fue un texto casi obligatorio para entender los procesos políticos y entender un poco la base ideológica de los partidos.
Sin embargo, al paso de los años, el usufructo del poder ha pervertido cualquier idea sobre una ideología partidista, al grado que el pragmatismo se ha convertido en el común denominador de todas las instituciones que han sobrevivido al tsunami del partido oficial Morena.
Si hubiera una definición de la ideología que practican sería la cleptocracia autoritaria, un sistema de gobierno en el que priva el interés por el enriquecimiento propio a costa de los bienes públicos, los partidos de ahora y los de antes, nadie escapa.
Obviamente todos los integrantes del partido fundado por López Obrador, provienen de otras fuerzas políticas y en su momento fueron acusados de todo tipo de delitos y de ser sospechosos de corrupción en grado superlativo.
Pero una vez que la santa saliva del Peje los llenó de elogios y los aceptó, se purificaron y ahora son detentadores de la verdad y de la pureza que cubre a los políticos conversos:
Manuel Bartlett es el caso más extremo. Orquestador del fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas, ahora es un pontífice de la verdadera iglesia y religión que pastorea López Obrador.
Así Morena da bandazos ideológicos por todos lados, en pos del único objetivo visible, que es acumular todo el poder político en una sola persona, acotando a los otros poderes y subordinándolos, además de hacer de la opacidad, la falta de transparencia y la nula rendición de cuentas, una cuestión de seguridad nacional, para que nadie vea el grado de corrupción que practican.
Por ello es prácticamente imposible definirlos como una organización de izquierda, de centro, o con la bembad@ de izquierda humanista que constantemente pregonan, pues sólo son un grupo de pirañas que se unen en la vorágine del frenesí que produce la víctima que cae el río, para inmisericordiamente devorarla.
Del pantano en que se sumieron todos los partidos políticos surge ahora un llamado Frente Cívico Nacional, que recicla a la gran mayoría de los políticos perdedores en el pasado proceso electoral, que entendieron que la vida útil de partidos como el Revolucionario Institucional, el de la Revolución Democrática y un poco menos Acción Nacional, ya terminó.
Sin embargo ante el oprobio, el desaseo y la falta de cultura política del partido en el poder, que sólo se ha dedicado a depredar el erario nacional, los náufragos buscan cualquier trozo de madera que flote para salvarse.
La tarea de hacer un partido creíble para el ciudadano, que haga propuestas concretas y viables en temas que a todos nos interesan como la seguridad, la salud y la educación, debe ser muy clara.
El país ocupa alternativas, pues está históricamente demostrado que no puede haber una única visión y el poder político no lo puede tentar una sola persona, que a final de cuentas cometerá errores.
Se deben buscar equilibrios dándole la certeza a la gente que se trabajará a su favor. Tarea titánica.