Por: Héctor Severiano Ocegueda
En el marco del reciente IV Encuentro Nacional de Unidad de las Izquierdas, elaboré el texto a continuación.
El partido es indudablemente el espacio de reflexión, estudio y organización que necesita todo proceso de transformación desde la perspectiva de partido-movimiento. En el partido se diseña la estrategia y la guía que permite transitar con mayor certeza por los senderos de la lucha social y política. El proceso de Cuarta Transformación que vive México exige un partido sólido, preparado para asumir las complejas tareas de dirección. Un partido con estructura nacional, apegado a la legalidad interna, con la suficiente capacidad para discutir y analizar la vida nacional en un ambiente que promueva el estudio, la formación política e ideológica de la militancia, con plena disposición al examen crítico de la realidad, que posibilite la orientación clara de las luchas del pueblo de México.
Aspiramos a un partido en el cual militantes y simpatizantes discutan con plena libertad los asuntos nacionales e internacionales, capaz de orientar con método y teoría el proceso de transformación. Un partido de intensa participación en la lucha social.
El partido fue pieza fundamental en la histórica victoria de 2018, con la que se instaló el gobierno que preside Andrés Manuel López Obrador, el cual inició la primera etapa de la transformación de México; sin embargo, en las circunstancias y desafíos planteados por el relevo presidencial, se impone la necesidad de profundizar el proceso transformador lo que exige, desde una perspectiva autocrítica, superar limitaciones y errores cometidos por el partido, debido a prácticas originadas en el excesivo pragmatismo fomentando el oportunismo que abrió las puertas indiscriminadamente a personajes y grupos que no llegaron para fortalecer la transformación sino para favorecer sus intereses particulares. Si bien es cierto que abrir las puertas del partido a grupos y personajes provenientes del PRI y del PAN permitió mejorar las expectativas electorales, ellos trajeron consigo la cultura del sistema político tradicional, el que impuso el priismo como cultura política basada en el engaño, la complicidad, la simulación, el clientelismo y el patrimonialismo. El partido que necesitamos en esta nueva etapa es aquel que supere estas prácticas, que promueva una nueva cultura política basada en el apego a los principios originales de partido-movimiento.
El partido que demanda esta siguiente etapa de la transformación es uno que promueva la democracia participativa, como contenido central de un proceso de transformación que avanza en la construcción de un nuevo sistema político fundado en la complementariedad de esta con la democracia representativa.
En la segunda etapa de la Cuarta Transformación necesitamos un partido que defina con claridad la política de alianzas y adhesiones, que buscando el éxito electoral, no descuide el apego a los principios expresos en su Declaración de Principios, evitando el desdibujamiento de su plataforma ideológica y política.
El partido que necesitamos es aquel que impulse activamente la Cuarta Transformación en el nivel local, de los gobiernos estatales y municipales, espacios en los cuales continúan observándose comportamientos gubernamentales anclados en el viejo sistema político, en detrimento de los intereses de los sectores sociales afines a la transformación. Es preocupante que gobiernos estatales y municipales de Morena y partidos afines, mantengan prácticas, usos y costumbres identificados con la cultura priista. En esos casos el partido deberá ejercer una actitud crítica, participando en la lucha social y orientando el proceso de transformación.
El partido que necesitamos mantiene una relación activa con los partidos afines y movimientos sociales progresistas del mundo, en particular con los del continente americano y de manera estrecha con los de América Latina y El Caribe.