Por: Héctor Gamboa
Durante los años 50’s se transmitió por radio un divertido programa llamado «La Tremenda Corte y Tres Patines», en el que se juzgaban diversas pillerías chuscas y divertidas, cometidas por Tres Patines, que eran llevadas ante el juez de La Tremenda Corte, que sentenciaba los hechos de una manera muy divertida.
El programa tuvo un éxito internacional y fue considerado como el mejor programa cómico de su tipo de la historia de la radio latinoamericana.
Los asuntos que se ventilaban en La Tremenda Corte eran siempre pequeños robos de animales domésticos como gallinas, pequeñas pillerías, faltas a la moral y cuestiones baladíes, que se ventilaban de una forma muy divertida, lo que causaba la hilaridad de los radioescuchas.
Y como muchos afirman que la vida es cíclica y tiende a repetirse, en México estamos viviendo una tremenda corte, pero que en lugar de ser cómica, que sí lo es, es trágica y tiende a convertirse en el parteaguas del fin del sistema autónomo de impartición de justicia.
La mayoría legislativa que tiene Morena, con un desaseo parlamentario característico de como se maneja el Congreso de La Unión, aprobó una serie de reformas al poder judicial, que generaron un gran debate nacional, en el que se plantea una cuestión básica:
Amparados en una mayoría abrumadora, puede un grupo parlamentario modificar la Constitución al grado de convertirla en un mamotreto que se niega a sí misma, que es inconstitucional y que socava los principios de la República?

El circo montado por el analfabeta funcional, el líder del Senado Gerardo Fernández Noroña, trasgrede todo principio de lógica jurídica y lo troca en el acatamiento sumiso de una orden del expresidente, quien para saciar sus ansias de venganza contra la corte, la destruye, al grado de ya no ser un poder autónomo, sino subordinado al ejecutivo, como sucederá a final de cuentas irremediable.
En un artículo publicado en la revista «Nexos», el canciller mexicano Jorge G. Castañeda se plantea una pregunta de cierta sencillez:
¿Puede el Congreso reformar la constitución como quiera, con tal de cumplir con los procedimientos y las mayorías previstas?
¿O existen límites nacionales e internacionales al contenido o sustancia de los cambios permitidos, y en caso de rebasarlos, puede la Suprema Corte declarar inconstitucional o mejor dicho inaplicable un cambio a la Constitución?
¿Si no cumple con los procedimientos, puede revertirse un cambio constitucional aprobado de acuerdo con la Constitución?
Lo planteado por Castañeda es terrible. Si antes se cuestionó la subordinación del poder judicial al ejecutivo, ahora como nunca, el camino hacia el uso discrecional de la ley en favor de los intereses del grupo en el poder, será más descarnado en lo futuro.
Mucho se alegó que los salarios desorbitados de los ministros, magistrados y jueces fueron la causa de la demolición del poder judicial, pero no era más sencillo ponerles candados a los sueldos?
También se alegó que muchas de las sentencias de los jueces tenían que ver con alianzas con las fuerzas del poder económico y del narco, pero en las postrimerías del sexenio que terminó, no fuimos testigos de cómo el Gobierno federal se bajó los calzones ante el poder de las bandas del crimen organizado?
El asunto es que para publicitar que es una reforma benéfica para el pueblo, se vuelve a utilizar la ignorancia supina de la gran mayoría de los mexicanos, de cuál es el ámbito del quehacer del poder judicial de la federación, por lo que se hacen comentarios diversos de personas que dicen que no les hicieron justicia y vulneraron sus derechos.
Lo que no dicen es que la gran mayoría de los asuntos que se judicializan en este país, son del ámbito del fuero común y la inacción u omisión en la procuración de la justicia está en las fiscalías, cuyos ministerios públicos hacen carpetas de investigación deficientes, en la que dejan muchos flancos y debilidades para que la defensa de los delincuentes encuentre asideros jurídicos, gracias al debido proceso.
Es en la fiscalía donde está el mal trabajo, no en los tribunales estatales que juzgan, no en el Poder Judicial de la Federación, porque el 90% de los asuntos, no se tratan en dicha instancia, sino que se ventilan en lo local.
En México no tardaremos en envidiar a La Tremenda Corte de Tres Patines, que por lo menos era divertida.
Ahora es trágica para el país.