Por: Francisco Javier Castellón
Julián Gascón Mercado es una de las personas que uno quisiera que duraran una eternidad. Pero la vida es implacable y mas, la muerte. Julio, como le decía su hermano Alejandro, era el arquetipo viviente de la movilidad social del México postevolucionario. Hijo de campesinos, interno en las escuelas para hijos de trabajadores, estudiante de la Escuela Nacional de Medicina de la UNAM, sobreviviente del pentatlón militarizado y de las logias masónicas, joven médico ligado toda su vida al histórico Hospital de Jesús. Discípulo de Gustavo Baz, cercano al presidente López Mateos, fue gobernador de Nayarit en un momento en que se ejercía un férreo y autoritario cacicazgo que enfrentó con diplomacia y política, “casi con poesía”, ironizaba Alejandro, que le tenía un atávico respeto.
La fundación de la universidad y la movilización popular que despertó, sin duda, fue de él, por lo que su nombre siempre estará vinculado a nuestra alma mater. Su vida fue diversa y pródiga en política , acciones de gobierno, libros de cuentos, novelas y poesías. Escribió todo el tiempo y acababa de presentar la última de sus obras, que fue como un recuento de sus experiencias más entrañables. Hombre que trascendió su tiempo, fue al mismo tiempo nuestro y universal, como el lema que él mismo, junto con Vicente Zuno, plasmaron para siempre en la Universidad de Nayarit, donde sin duda alguna, siempre será recordado.