Moderna educación

  • Los bruscos cambios en la forma de educar, han hecho que hoy se pida respeto por lo que antes era normal respetar

Desde niño mi madre MARÍA AURORA TORRES ACOSTA, finada hace ya muchos años, me enseñó a respetar a todas las mujeres sin excepción, difícilmente me toleraba que yo dijera alguna expresión de menosprecio, humillación, difamación u ofensiva en contra de cualquier mujer, fuese una niña de mi edad, fuese la vecina de la cuadra, fuese la maestra que nos dejaba abundante tarea y eso a los niños nos parecía un abuso, o fuese la señora de la tienda de abarrotes.

De ninguna mujer, de ninguna edad, ninguna persona que hubiese nacido como dama, en el concepto de respeto de mi madre, era inatacable.

Para antes de seguir con este relato de mí infancia que ocurrió hace más de 60 años, debo decir que mi fallecida madre MARÍA AURORA, era casi analfabeta, con dificultad había podido cursar el segundo año de primaria, así que lo suyo no era precisamente la ciencia, ni los manuales de Carreño, ni los elaborados decretos, tampoco creo que haya conocido la famosa epístola de Melchor Ocampo, que es la que antiguamente se leía cuando una pareja de hombre y mujer, se casaban ante un juez del registro civil, y afirmo que nunca tuvo más conocimiento que el de la Biblia, porque eso era lo que leía en sus muy poquísimos tiempos libres, pues se la pasó lavando ropa y planchando, por docenas, entre otros quehaceres que podía realizar sin salirse de la casa, para mantenernos a sus hijos que éramos más de seis, así que dudo que alguien le hubiera enseñado algo de ciencia.

Sin embargo, un principio que a su vez, había aprendido de sus padres, a quienes no conocí, era el de respeto a la mujer, por el solo hecho de ser mujer.

Nos enseñó a que si una señora mayor llevaba una gran bolsa con mandado, o una canasta, -que en ese tiempo se usaban para ir al mercado, tal como lo describe Francisco Gabilondo Soler, alias CRI-CRI, en su canción de la patita- nos ofreciéramos a ayudar a la dama que cargaba tan pesado objeto.
Imposible hablar de que la maestra era injusta, o de que nos traía de “encargo”, como ahora suelen alcahuetear los papás a los hijos que no cumplen con sus obligaciones escolares, para mi madre que en paz descanse, el fallo de la maestra era inapelable, la maestra siempre tenía razón y si nos decía burros, era porque lo merecíamos.

Así que crecimos creyendo que las mujeres merecían todo el respeto del mundo, como hasta la fecha, lo seguimos creyendo, no conocimos marchas en donde las mujeres exigieran respeto, trato igualitario, o cosas por el estilo, porque todo eso era ya de ellas, así funcionaba la vida.

Pero luego llegaron los cambios sociales, en algún momento de la vida, se volvió una grosería decir que la mujer era una flor delicada, un sector femenino reclamó que eso era abusar de ellas, que ellas eran igual que los hombres y por tanto tratarlas como una frágil flor, era una especie de menosprecio o humillación en contra de ellas.

Luego un grupo de feministas, consideró que leerles a una pareja de recién casados, la epístola de Melchor Ocampo, era sobajar a la mujer, era ofensivo porque ahí se decía que ella tenía que ser tratada como el más frágil vaso, y a ella se le tenía que respetar, y otros buenos consejos matrimoniales, que hoy día resultan ser –de acuerdo a la óptica de cierto sector femenino- una especie de discriminación.

Luego se empezó a decir a los padres de familia que si su hijo era castigado por una maestra, sin importar el motivo, los progenitores podrían demandar a la mujer mentora, porque ella no tenía derecho a intervenir en la vida del hijo ajeno, así que se le empezó a quitar la autoridad docente a la maestra, y el alumno, empezó a tener la convicción de que ofender a una maestra, de faltarle al respeto, era parte de sus derechos, porque eran iguales, llegando a eventos tan deplorables, como el ocurrido en el mes de octubre del año pasado, cuando un alumno de secundaria apuñaló por la espalda en seis ocasiones a su profesora de español,en la Escuela Secundaria General No. 1 Rubén Humberto Moreira Flores, en el municipio de Ramos Arizpe, en el Estado de Coahuila.

Un vídeo de la cámara de seguridad del aula muestra cómo el joven espera a que su docente de español le adelante hacia la salida para asestarle varias cuchilladas y golpes hasta que cae en el suelo.

Así que estamos ante una nueva forma de educación, en donde lo que antaño eran normal, y me refiero al respeto a las mujeres, hoy se tiene que exigir como si esto no fuera normal…por lo tanto sigamos cambiando la forma de educar, y al paso que vamos, seguramente alguna vez veremos marchando a los padres de hijos, exigiendo que se les respeten sus derechos paternos…hasta el lunes

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