RECUERDOS PARTE TRES

Por Aurelio Moran

Al poco tiempo con el mismo motivo de la escuela de todos los hijos, varias de las familias se avecindaron en el mismo barrio de la colonia San José en Tepic, donde continuamos con esa convivencia iniciada en Jumatán que mantuvimos con tíos y primos originando aparte de la familiaridad, una gran amistad que prevalece hasta la fecha. Viví en la casa de mi abuela poquito más de un año; hubo una fecha que nos marcó a todos, el 28 de febrero de 1960, que creo precipitó el cambio de residencia a Tepic, cuando en un fatal accidente perdió la vida nuestro tío Manuel Lizárraga abajo en la planta de Jumatán.

Los trabajadores que ya tenían residencia en Tepic permanecían en Jumatán solos habitando la casa que les había asignado la CFE ya sin familia, de acuerdo con los horarios semanales de trabajo duraban seis días trabajando y volvían a Tepic en su día de descanso. Nosotros (los hijos) regresábamos a Jumatán en los periodos vacacionales donde permanecíamos toda la familia completa; Por lo general estos días de asueto en Jumatán, lo hacía también el resto del personal laboral, así que el campamento cobraba vida, se llenaba de niños organizando juegos en el bonito jardín, en la pequeña cancha de futbol se organizaban torneos cuadrangulares de futbol infantil al que acudían equipos de Tepic, como Las Chivitas que patrocinaba la familia Padilla de la Óptica de Tepic y el equipo a vencer Lonchería Ruiz dirigido por José Guadalupe Luna Olmos “Lupillo”, el mismo que después organizó el importante torneo de futbol infantil “al agua patos”. A algunos de nosotros nos tocó participar en los festivales de eventos patrios que organizaba el profesor de la escuela primaria, lo que sucedía más por iniciativa de nuestros papás que querían presumir las dotes que siempre tuvo como bailarina mi hermana Concha.
Igualmente reanudábamos todas las actividades descritas en la primera parte de este relato.

Todo esto duró hasta más o menos el año 1967 cuando la empresa decide reducir el trabajo de la hidroeléctrica a un solo turno por día, así que deja solo a una pareja de operador, su ayudante y un malacatero laborando y el resto de los trabajadores son reubicados algunos en la ciudad de Tepic y otros en Puerto de Vallarta. Para la supervisión y mantenimiento de la infraestructura hidráulica llegó personal nuevo del Área de Hidrometría. Este cambio se dio cuando en este año de 1967 llegó la energía eléctrica a Nayarit desde el estado de Jalisco de la Planta hidroeléctrica de Santa Rosa, al terminarse la construcción de la línea de transmisión. Resulta que el operador de la planta que se quedó fue Nicolás mi papá cuando yo ya estaba en la Escuela Secundaria Federal # 2 en Tepic en las avenidas de Insurgentes y México, en el turno vespertino.

Fue como en el año de 1968 cuando estaba don Nicolás laborando en su turno que era ya permanentemente de tarde-noche, que escucho un ruido que le pareció extraño en una de las máquinas generadoras, se acercó a la unidad en cuestión y en uno de sus orificios creyó ver algo que parecía líquido derramándose, al querer comprobarlo introdujo la punta del dedo índice, sintiendo de inmediato un golpe seco, retirándolo al instante con la tercera falange cercenada y la mano izquierda bañada en sangre, se da de inmediato el aviso a la empresa y al sindicato, se lleva a cabo el traslado de emergencia a Jumatán de la persona que cubriría el puesto y al malacatero para rápidamente hacer de nuevo la maniobra de bajar al trabajador y subir al lesionado para la atención médica que se necesitara en el Sanatorio de la Loma, el servicio médico se subrogaba en particular (al personal de la CFE se le ingresó al Instituto Mexicano de Seguro Social hasta 1979).

Estando yo en clase de matemáticas con el profesor Arturo León alrededor de las 6:30 de la tarde noche, me avisan de la dirección de la secundaria que mi papá estaba en el Sanatorio de la Loma internado y que me fuera para allá. Estaba muy cerca de dicho hospital ya que era solo cruzar el Paseo de la Loma que se encuentra entre la secundaria federal y el sanatorio; afortunadamente el caso no pasó a mayores, aunque se le sometió a anestesia general para poder restañar la herida, que pronto cicatrizó. Este accidente y el dedo cercenado le sirvieron posteriormente a don Nicolás, más ya de jubilado, para iniciar conversación con lujo de detalles sobre su trabajo en la planta y los riesgos que en ella se afrontaban.

Las casas del campamento desde que se redujo a un solo turno quedaron desocupadas, solo al operador, don Nicolás, a petición suya le autorizaron seguir ocupándola aunque la pareja tuviera transporte diario Tepic-Jumatán-Tepic, y otra casa que hasta la fecha utiliza la empresa como almacén. Pero llegó la modernización en 1973, la operación de la Planta se automatiza, su control se realiza de manera remota, ya no fue necesaria la presencia de personal, los mantenimientos esporádicos los hacían trabajadores adscritos en Tepic. El campamento queda ya como un pueblo fantasma. Don Nicolás al siguiente año con 31 años de servicio obtiene su jubilación, se retira del trabajo pero no de Jumatán, siguió trabajando su huerta de ciruelos hasta casi el final de su vida, que duró un siglo (1918-2018). Las casas del campamento, amplias y cómodas, no tardaron mucho en ser habitadas: campesinos procedentes de otros estados de la república y algunos locales, las ocupan; se instalan permanentemente cuando se les autoriza la conformación del Ejido de Jumatán…

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