El Llano en Llamas

Por: Héctor Gamboa

Juan Rulfo fue casi el creador de lo que en literatura conocemos como el «realismo mágico». El mundo que dibuja en su breve obra, está plagado de evocaciones al pasado, al futuro, al presente, lleno de fantasmas que son espejo de lo que somos.

En leyendas de las galeras del Fondo de Cultura Económica, principal editorial latinoamericana, se dice que la mano de Alí Chumacero estuvo presente en la forma final del libro de cuentos «El llano en llamas» y de «Pedro Páramo».

Los cuentos que relata «El llano en llamas» están imbuidos del recuerdo reciente de la Revolución Mexicana y de las vicisitudes de los personajes, que mezclan la desesperanza y la tristeza de ver que en gran medida fue inútil el baño de sangre la revolución.

De manera introspectiva, los personajes de los cuentos hacen un monólogo en el que desnudan sus pensamientos sobre la pobreza en la que viven anegados, más allá de las promesas de cambio social y mejoramiento.

El México actual sigue siendo reflejado en «El llano en llamas», cuentos que son intemporales y siempre vivos en la raigambre de lo que somos los mexicanos, de nuestros sueños y esperanzas atávicas.

Guardando toda proporción, el país se desangra en una vorágine de violencia en la que la vida no vale nada, como dice la canción de José Alfredo refiriéndose a León Guanajuato, en donde como nunca es actual la frase.

No hay rincón de la suave patria (que describió López Velarde), en la que la violencia no sea el pan nuestro de cada día.

Sin embargo para los dioses que habitan el Olimpo de Palacio Nacional no sucede nada: el país está tranquilo y no hay violencia y todo es una maquinación inventada por los periodistas chayoteros y los medios de comunicación afines a los conservadores.

No hay tal masacre, no hay tal baño de sangre, las madres buscadoras de sus hijos solamente son provocadoras, los muertos se cuentan desde la perspectiva de otros datos y los desaparecidos simplemente son borrados de las estadísticas. Todo está bien. México no está en llamas.

La narrativa de las autoridades federales prescinde de tener contacto con la realidad, inventando un país utópico en el que los intentos fallidos de tener fuerzas federales que combatan a los delincuentes organizados, dan excelentes resultados.

Ya lo dijo en su informe el jefe del nuevo maximato: todo está bien.

Y como dijo el cantante del grupo El Mexicano Casimiro: me siento muy contento, me siento muy, feliz, feliz, feliz…

Mientras, todos los llanos de la patria están en llamas.

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